sábado, 5 de junio de 2010

Cobarde (¿quién?)

Apenas unas palabras sobre el momento angular, de rotación o como quiera que se llame. Por aquel entonces, una oveja más del rebaño. Y sin embargo me acuerdo (tiendo a recordar tonterías, pero no intentes que te relacione hechos: si no me interesaron pronto los olvido. Dicen que para mentir se necesita ser listo y tener memoria. A mí me falla una cosa o dos.)
Conocía tu cara y sabía tu nombre. Un continuo rascarte la cabeza que me llamaba la atención. Mirarte y reír. Hablar de ti con ella.
Miradas vacías sobre una moqueta, despeinado en azul y con el pie dolorido.
Y de pronto se hizo, como siempre. La normalidad con la que me sucede me asusta a veces.
Buscar y sin querer encontrar. Libros grises amontonados en el fondo de la red. No es muy discreto eso de poner copyright.
Me pregunto y no encuentro respuestas. Como dicen este año: cosas simples que ahora no me das. Te pido algo sencillo y ni te molestas. ¿Lo recibí y no me enteré? Bueno, lo que no se si sabes es que yo ya lo había leído.
Miradas encontradas, ríes y susurras, pero no dices nada.
El pato se marea. Rompo de nuevo mi promesa. Una de tantas, ya no me importa. Se me cierra el estómago y me cuesta respirar. La noche acaba y toca levantarse. Mi ánimo cae en picado y digo sí al taxi.
Los zapatos me duelen. Llego a mi casa, corto la pulsera. Duermo dos horas y leo la revista.
Nada importa. El tiempo cura.
Cobarde, ¿tú?
Cobarde, ¿yo?
Bueno, me queda un rato hasta que se me pase la tontería. El verano es el verano. Cuando acabe, ya no estarás allí.
No duele el no, duele el no haberlo intentado.
¡Joder!

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