domingo, 27 de mayo de 2012

3. Menstruo o regla de las mujeres

Pongamos que pongo música alegre. De esa que anima y te hace sonreír. Pongamos que no me pongo sentimental y no me tumbo en la cama a escribir (perdonen mis PareadoDeTarado©, de siempre me han salido los pobres). Sé que no tengo motivos para sentirme como me siento, y menos después del fin de semana que he pasado. En serio, ha sido genifantasbuloso, pero es mi estúpida obsesión porque todo salga ¿perfecto? ¿como quiero? ¿bien? que no puedo evitar sentirme… raro.

Creo que es la menopausia. O la pitopausa (que de esta llevo ya un rato). Creo que es el inconformismo. Creo… veréis, es difícil explicarse cuando uno quiere decir algo sin decirlo (es posible que esta entrada acabe hecha un barullo y no me entere ni yo de lo que pongo así que pido perdón por adelantado. O no. Que os jodan), es difícil sacarse la espinita cuando no quieres que escape toda la mierda a borbotones. Y menos cuando sabes que las posibilidades de que eso solucione algo sean de ciento ochenta menos pi.

Es la tontuna que se me mete en la cabeza. Y el egocentrismo. Un cóctel rico rico de verdad. De esos que te hacen sentir mal y bien. Vamos, Tribunal hasta el aeropuerto. Bipolar. Quisiera poder irme de la lengua y liberarme de este estúpido juego a dos bandas. Pero si de algo sé es de qué puede funcionar y qué no. No quiero seguir jodiendo la marrana, pero no puedo evitarlo. Algunas cosas son más importantes que otras y nada cambiaría si hubieras dicho ¡dibs! porque sabes que el mundo no funciona así.

Me alegro. Por eso insisto y soy pesado. ¡Ataca! No entiendo la típica obsesión que tiene la gente a no hacerme caso. Esas cosas las veo bien desde fuera y distorsionadas cuando lo intento desde dentro. Es una especie de pecera emocional lo que llevo encima. Y porque me siento gilipollas y hormonado deseo con todas mis fuerzas volver a casa. Como comenté con la roja argentina un viernes bajando las escaleras del metro: me siento más adolescente en la universidad que en el instituto. Y eso no puede ser, por mucho que ya haya terminado el semestre (que mola más que el palabro cuatrimestre).

Creo que si hago lo que hago es ya más por costumbre que por traición.

jueves, 24 de mayo de 2012

Este tren no admite viajeros

Acabo de terminar el primer punto de la práctica. Ya sé, te dije hace tres horas que lo acababa de empezar. Ya ves, soy todo un Flash para estas cosas. Bueno, espero que mañana me cunda y poco más. Ya queda lo fácil, lo que se hace sin pensar.

Y sí, estoy evitando ir al ajo.

No sé, creo que te voy a echar de menos y todo. ¿Con quién me voy a meter ahora en clase? ¿A quién voy a acompañar a comprarse una palmera de chocolate? ¿De quién me voy a reír por su cara de niña ñoña? ¿Quién va a hacer simbiosis con Mariana a la hora de hacer los problemas? (¿QUIÉN, NADIE? juas juas qué malo soy)

Me odiarás, pero me gustaban los días en los que teníamos que esperar el metro más de la cuenta. Me daba tiempo para hablar un poco más contigo. Hablar de temas repetidos, de opiniones conocidas, de frustraciones compartidas. En fin, pasar más tiempo juntos. Siempre he creído que nos parecemos más de lo que me atrevo a reconocer. Uno tiene que mantener su reputación. Estilo. Carisma. Algo que quizá no entiendas pero que es importante. Ya crecerás.

Hoy, cuando me he despedido en el metro, me he dado cuenta de que acabamos el año precisamente al contrario de como lo empezamos, al menos en lo que a eso-que-sabemos se refiere. Sin embargo, todo lo que se ha creado entre nosotros*... no lo cambiaría. No volvería a ese septiembre. Y sois unas zorras por hacerme sentir así, que lo sepáis.

Tú, la golfa salidilla, y ella, la roja argentina, habéis sido un gran apoyo durante estos (Ju cuenta con los dedos) nueve meses de locura. Espero haberos servido de algo yo también. Aunque sólo sea para pervertir vuestras mentes, elegir nombres chachis para vuestros hijos y calentaros la cabeza más de lo necesario.

Pero bueno, estoy gilipollas. ¿Por qué hablo en pasado? ¡Si todavía nos queda una hora juntos!


Y una semana increíble en Palma. 

*por nosotros entiéndase Ju+Mari y Ju+Noe (Mari+Noe ya venía de serie xD)

sábado, 19 de mayo de 2012

Redivīvus

estafar.

1. tr. Pedir o sacar dinero o cosas de valor con artificios y engaños, y con ánimo de no pagar.

2. tr. Der. Cometer alguno de los delitos que se caracterizan por el lucro como fin y el engaño o abuso de confianza como medio.

(Del lat. estafus).

3. tr. Ser Tafur. Volverse pelirrojo. U. m. c. prnl. Se estafó.



Puede decirse que soy experto en crear escenarios. Hago planes, invento y fuerzo la situación para conseguir lo que quiero, ya sea sacar información o evitar decir algo. Prefiero ahorrarme ese disgusto. Y no lo hago del todo mal.

Pocas veces dejo las cosas al azar. Menos de las que me gustaría, lo admito.

lunes, 7 de mayo de 2012

De alegrías y derroches

O de cómo fingir un orgasmo a dúo sin planificarlo. Nos quedó bien, ¿eh? Si en dos días nos zunchan alegremente en Hiperestastistis podremos dedicarnos al doblaje de películas para adultos. Como aquella que le narré a la Chiquitina. Bueno, como esa no. Aunque la culpa es de los ciclos de testosterona, no mía.  Cuatro veces a la hora, queridos. Dios nos hizo así. Y si nos volvemos gilipollas: put the blame on our namby-pamby actitude. Put the blame on Mame.

Me fascina la idea de que un beso prenda fuego una ciudad. O de que un polvo provoque un terremoto (porque, no nos engañemos, Mame no estaba “shakeando” sola). Besos y sexo. Eso es lo único que demuestra que he crecido. De no ser por ellos, yo diría que voy hacia atrás. Cada día más inmaduro, más infantil. ¿Más feliz? Bueno, a veces.  

Lo soy si me llama mi mujer para decirme que ha dormido en el coche con La Princesa porque la tienda se había empapado o si mi hermana me cuenta sus chanchullos para repartir pulseras. Lo soy si hablo con él de puentes, del sentido de la vida y de cómo vamos a cambiar el mundo (porque seguro que lo hacemos). Sonrío cuando se acuerdan de mí en una fiesta o un día cualquiera por una canción versionada o una letra en la pared. Me hace gracia pensar que aquella con quien me abro más a veces parezca no conocerme y que todavía la pueda sorprender. Lo soy cuando no me cuentan nada.

Es la gente que me rodea la que me hace sentir bien. A veces busco eso que llaman “paz interior” pero me asusta buscar ahí dentro. Algún día, quizás en verano. Cuando me tumbe en mi hamaca a escribir pensando en… en lo que tenga que pensar. Fin de curso, por ejemplo.