viernes, 30 de septiembre de 2011

Agosto de calor, septiembre de tormenta

Ya duele menos. Un poco menos. La tentación de coger el teléfono y enviarte un mensaje se mantiene. De darte un toque por error. De ir a la universidad dos horas antes para que la casualidad nos cruce. Porque si estoy despierto soy fuerte.

Hoy, por primera vez en mi vida, soñé contigo. Un paseo por una ópera sospechosamente parecida al Castel Sant'Angelo. Una visita a tu casa y un abrazo. Si cuando estoy contigo no puedo dormir, esta noche no quería despertar. Pero tuve que hacerlo. Tengo que hacerlo.

"-¿Te marchaste así? ¿Un beso y nada más?
-No, por supuesto que no-su mirada se perdió unos instantes a través del ventanal-. Antes de irme le pedí un último favor. Le dije: "Mañana empieza octubre. En octubre, búscame. Búscame el primer día de lluvia. Llámame o envíame un mensaje. Grita mi nombre y te escucharé. Ese día iré volando a donde estés"-me sonrió-. Nos queda una cuenta pendiente por saldar."

Trois Dalton

martes, 27 de septiembre de 2011

Segunda carta en la acera

Querido:

Como mi otra carta, iba a empezar esta con una tontería. Iba a decirte: no quiero que me odies. Pero, ¿sabes qué? Quizá es lo que deberías hacer. Te he fallado. Te he abandonado cuando más me necesitabas. Y todavía no entiendo por qué. En un principio pensé que era porque no soy lo suficiente especial para ti. Eso aún lo sigo pensando. Muchas veces me he sentido poca cosa a tu lado, no lo suficiente bueno, no lo suficiente especial. Esa es una idea que me cuesta apartar de mi cabeza, no puedo evitarlo. Me desesperaba esa afición tuya a no despegarte del móvil. Eso me hacía sentir pequeño e intentaba hacértelo notar. Por otro lado, tampoco te pregunté nunca porqué lo hacías... ¿Por qué lo haces? ¿Te exijo demasiado? ¿Me exijo demasiado? ¿Iba muy rápido? Sólo quiero ser mejor persona para ti.

Resulta curioso que diga todo esto cuando soy yo el que ha decidido ponerle fin. Pero tengo que pensar en mí, ¿te das cuenta? Llevo dos meses pensando locamente en ti, queriéndote entregarte todo: mi tiempo, mi voz, mis manos, mi vida. Mi ángel. Ahora es tiempo de reflexionar. Quizá deberías hacerlo tú también. Olvídate de todos los que te hacen daño. Inclúyeme si quieres. Hazte un favor y sé feliz. Si tu semana ha sido dura, la mía no ha sido fácil tampoco. Problemas míos, tuyos y ajenos. Ninguno con solución aparente. Tú eras mi consuelo, mi faro. Y resulta que estabas más apagado que yo. ¡Maldito egoísmo! ¿Iban para mí aquellos poemas que escribiste en verano? Quería que me consolaras. Quería que te olvidaras de todo conmigo, volar a una isla desierta y hacer el amor hasta morir. Pero tú eres demasiado responsable, demasiado ambicioso. Tienes tus guías y objetivos, planes que merecen ser cumplidos. Mi único plan en la vida es ser feliz, querer y que me quieran. Quiero dártelo todo y no puedo. No he podido consolarte como debía. No puedo darte lo que necesitas, o eso pienso. Tú necesitas a alguien mejor que yo. O simplemente no me necesitas.

Prometimos decirnos todo. Ahí hemos fallado los dos, no lo neguemos. Callé alguna vez por no hacerte daño y porque tú no me lo hicieras a mí. A cada instante tenía miedo de cagarla y de que cambiara tu impresión sobre mí. Soy celoso, cariño, lo soy y lo sabes. Puede que sean los celos los que quieran que me aleje de ti. Te conté que fue esa sonrisa la que me hizo dar el paso. Fue el detonante, sí, pero no la causa. O sí. Cuando te fuiste por la noche ella me contó, o más bien yo pregunté, qué había pasado en su ciudad. Dijo: "No parecía que se acordara de ti." ¿Tú sabes lo que es eso para alguien como yo, colado de ti hasta las trancas? Poco después me soltó que tal y como tú me miras no miras a nadie, y a pesar de que no es la primera que me lo dice no puedo llegar a creérmelo. No puedo creer nada. No puedo creer en nada.

Me río. Digo que soy celoso. Y quería ponerte celoso a ti. Nunca te he mentido. Todo lo que te he contado es cierto Quería ver qué me decías, cómo reaccionabas. Quería que te enfadases conmigo, como aquella noche. Que me gritaras. Como dije ayer "desátame o átame más fuerte". Quiero que me ates hasta que me falte la respiración. ¿No entiendes que te quiero? Ella también me comentó que te preguntó sobre el chico del sábado. No sé por qué no lo hice yo. Dijo que te había visto algo celoso, pero poco. ¿Por qué? Se me ocurren tres motivos: porque tú no sabes lo que son los celos, porque sabes lo importante que eres para mí y estás más seguro que yo o porque en el fondo sí sabes lo que es sentir ese bicho verde en el cuerpo. Las mejores barreras y fachadas pueden vencer. ¿De veras enjugaste tus lágrimas en mi camiseta? O estoy loco o algo tuyo has tenido que dejar por aquí porque hoy todo me ha olido a ti. Ahora mismo, en este sofá, noto tu olor. No el de tu colonia sino el tuyo: dulce, empalagoso. Olor a sudor y a fuerza. Tú. Quiero pensar que no estoy loco y que de veras algo tuyo se ha quedado conmigo.

Me gustaría ser tan importante en tu vida como tú lo eres en la mía. Te agradezco todo lo que has hecho por mí. Tus sacrificios. Espero que tú también los míos, porque aunque no lo creas, los he hecho. Muchas veces pienso que lo nuestro no iba a ningún lado. No puede ir. Somos tan diferentes. ¿Es por eso por lo que no quieres nada más? No. He de creerte y pensar que si no avanzábamos es por una determinación general tuya que nada tiene que ver conmigo. ¿Me perdonas por todo lo que te he hecho sufrir? ¿Me perdonas por no haber estado ahí? Es lo único que no me puedo perdonar. No puedo hacerlo. Nunca he querido hacerlo. He querido darte lo mejor de mí. Aquí está guardado.

Ayer, cuando te ibas, creí escuchar que te quedabas, o mejor, que volvías. Me parece que fue la presencia de nuestra amiga la que evitó que saliera corriendo en tu busca. Se lo agradezco. Necesito un tiempo para vivir mi vida sin ti. ¿Llegará un día que no espere verte en mi portal? ¿Ese esto una muestra de debilidad? A pesar de que tú eres más fuerte que yo, nada me gustaría más que verte mañana y estar contigo. Esta noche mi cama está vacía sin ti.

Supongo que con todo lo que te digo ahora y todo lo que te dije ayer pretendía hacerte cambiar de opinión, aunque temo que todo lo que te digo ahora te reafirmará en tu posición. ¿Soy malo por ello? ¿Soy malo por quererte para mí y para los que te hacen feliz sin reproches? Soy egoísta. ¿Te ves capaz de amar a un celoso egoísta? Este monstruo que me come el estómago como tú me has comido el corazón.

Como siempre me dejo algo, lo sé. Escribir esto me ha relajado. No sé si tú lo has hecho también al leerlo. Por lo menos es un buen resumen de lo que ha pasado hoy por mi cabeza. Mañana puede que haya otro. Mereces ser feliz sólo por lo feliz que me has hecho a mí.

Fue casualidad conocerte. Fue una noche loca la que me hizo caer en tus brazos. Fue amor lo que me hizo querer estar contigo. Fue exceso de confianza lo que ahora hace que te deje. Tengo miedo a querer volver y que tú ya no estés ahí para mí. También tengo miedo a hacerte infeliz y mentirte.

Hablaremos, espero.
Un beso. Te quiero.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Aclaraciones de una amiga

Espero tu llamada jaja:

"P.D...Ahora como tu dios me reemplaze de MI puesto, la que te va a zarandear hasta sacarte alguna costilla voy a ser yo ¬¬, seguidamente dimitiré voluntariamente y si TU dios se me pone chulo va a estar cagando un año papel de celofán, do you understand? ^^ ( Ainsss para que luego digan que no soy buena amiga 0=))"

Tú eres importante, pero sin comillas. Cuando gente así te arranca una risa sincera es cuando dices: Coño, soy feliz. (Aunque esa gente saque conclusiones mal sacadas xD).

Necesito fuerzas para dejarlo ir.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Nota sobre la Francia rural

Me pides que te explique mi problema. Bien, mi problema radica en que no sé dónde empieza el problema. Sería más sencillo si al menos tuviera clara la idea de qué es lo que quiero o lo que me conviene. Pero todo es tan confuso ahora...

Aunque nunca lo haya reconocido, soy alguien que necesita que le escuchen y, si eso, que le entiendan. Nunca he pretendido que la gente comprenda mis pajas mentales y delirios. Me basta con darlos a conocer, con sacarlos fuera. Parece que fuera pesan menos.

Sin embargo, noto que desde hace poco eso no me tranquiliza. No tanto como antes. Es curioso, pero la manera con la que deseas o piensas en alguien depende mucho de cómo te encuentres en ese momento con el resto de las personas, con aquellos que podemos calificar, injustamente a veces, de "importantes" en nuestra vida. Por un lado estás tú y están ellos, y por otro está él, entero y aislado. Omnipresente. Él, que me descoloca.

En estos momentos me gustaría tener tres o cuatro años menos y poder cometer una locura que achacaríais a mi falta de experiencia. O tres o cuatro años más y así tener la independencia suficiente como para mandar todo al carajo. Me pregunto si en alguno de los dos casos él me seguiría.

(Y eso sin contar con las voces de mi cabecita que dicen "desconfía" y "no sabes lo que sientes". Con lo tranquila que era mi vida. Eso sí, no me arrepiento de vivirla.)