martes, 27 de septiembre de 2011

Segunda carta en la acera

Querido:

Como mi otra carta, iba a empezar esta con una tontería. Iba a decirte: no quiero que me odies. Pero, ¿sabes qué? Quizá es lo que deberías hacer. Te he fallado. Te he abandonado cuando más me necesitabas. Y todavía no entiendo por qué. En un principio pensé que era porque no soy lo suficiente especial para ti. Eso aún lo sigo pensando. Muchas veces me he sentido poca cosa a tu lado, no lo suficiente bueno, no lo suficiente especial. Esa es una idea que me cuesta apartar de mi cabeza, no puedo evitarlo. Me desesperaba esa afición tuya a no despegarte del móvil. Eso me hacía sentir pequeño e intentaba hacértelo notar. Por otro lado, tampoco te pregunté nunca porqué lo hacías... ¿Por qué lo haces? ¿Te exijo demasiado? ¿Me exijo demasiado? ¿Iba muy rápido? Sólo quiero ser mejor persona para ti.

Resulta curioso que diga todo esto cuando soy yo el que ha decidido ponerle fin. Pero tengo que pensar en mí, ¿te das cuenta? Llevo dos meses pensando locamente en ti, queriéndote entregarte todo: mi tiempo, mi voz, mis manos, mi vida. Mi ángel. Ahora es tiempo de reflexionar. Quizá deberías hacerlo tú también. Olvídate de todos los que te hacen daño. Inclúyeme si quieres. Hazte un favor y sé feliz. Si tu semana ha sido dura, la mía no ha sido fácil tampoco. Problemas míos, tuyos y ajenos. Ninguno con solución aparente. Tú eras mi consuelo, mi faro. Y resulta que estabas más apagado que yo. ¡Maldito egoísmo! ¿Iban para mí aquellos poemas que escribiste en verano? Quería que me consolaras. Quería que te olvidaras de todo conmigo, volar a una isla desierta y hacer el amor hasta morir. Pero tú eres demasiado responsable, demasiado ambicioso. Tienes tus guías y objetivos, planes que merecen ser cumplidos. Mi único plan en la vida es ser feliz, querer y que me quieran. Quiero dártelo todo y no puedo. No he podido consolarte como debía. No puedo darte lo que necesitas, o eso pienso. Tú necesitas a alguien mejor que yo. O simplemente no me necesitas.

Prometimos decirnos todo. Ahí hemos fallado los dos, no lo neguemos. Callé alguna vez por no hacerte daño y porque tú no me lo hicieras a mí. A cada instante tenía miedo de cagarla y de que cambiara tu impresión sobre mí. Soy celoso, cariño, lo soy y lo sabes. Puede que sean los celos los que quieran que me aleje de ti. Te conté que fue esa sonrisa la que me hizo dar el paso. Fue el detonante, sí, pero no la causa. O sí. Cuando te fuiste por la noche ella me contó, o más bien yo pregunté, qué había pasado en su ciudad. Dijo: "No parecía que se acordara de ti." ¿Tú sabes lo que es eso para alguien como yo, colado de ti hasta las trancas? Poco después me soltó que tal y como tú me miras no miras a nadie, y a pesar de que no es la primera que me lo dice no puedo llegar a creérmelo. No puedo creer nada. No puedo creer en nada.

Me río. Digo que soy celoso. Y quería ponerte celoso a ti. Nunca te he mentido. Todo lo que te he contado es cierto Quería ver qué me decías, cómo reaccionabas. Quería que te enfadases conmigo, como aquella noche. Que me gritaras. Como dije ayer "desátame o átame más fuerte". Quiero que me ates hasta que me falte la respiración. ¿No entiendes que te quiero? Ella también me comentó que te preguntó sobre el chico del sábado. No sé por qué no lo hice yo. Dijo que te había visto algo celoso, pero poco. ¿Por qué? Se me ocurren tres motivos: porque tú no sabes lo que son los celos, porque sabes lo importante que eres para mí y estás más seguro que yo o porque en el fondo sí sabes lo que es sentir ese bicho verde en el cuerpo. Las mejores barreras y fachadas pueden vencer. ¿De veras enjugaste tus lágrimas en mi camiseta? O estoy loco o algo tuyo has tenido que dejar por aquí porque hoy todo me ha olido a ti. Ahora mismo, en este sofá, noto tu olor. No el de tu colonia sino el tuyo: dulce, empalagoso. Olor a sudor y a fuerza. Tú. Quiero pensar que no estoy loco y que de veras algo tuyo se ha quedado conmigo.

Me gustaría ser tan importante en tu vida como tú lo eres en la mía. Te agradezco todo lo que has hecho por mí. Tus sacrificios. Espero que tú también los míos, porque aunque no lo creas, los he hecho. Muchas veces pienso que lo nuestro no iba a ningún lado. No puede ir. Somos tan diferentes. ¿Es por eso por lo que no quieres nada más? No. He de creerte y pensar que si no avanzábamos es por una determinación general tuya que nada tiene que ver conmigo. ¿Me perdonas por todo lo que te he hecho sufrir? ¿Me perdonas por no haber estado ahí? Es lo único que no me puedo perdonar. No puedo hacerlo. Nunca he querido hacerlo. He querido darte lo mejor de mí. Aquí está guardado.

Ayer, cuando te ibas, creí escuchar que te quedabas, o mejor, que volvías. Me parece que fue la presencia de nuestra amiga la que evitó que saliera corriendo en tu busca. Se lo agradezco. Necesito un tiempo para vivir mi vida sin ti. ¿Llegará un día que no espere verte en mi portal? ¿Ese esto una muestra de debilidad? A pesar de que tú eres más fuerte que yo, nada me gustaría más que verte mañana y estar contigo. Esta noche mi cama está vacía sin ti.

Supongo que con todo lo que te digo ahora y todo lo que te dije ayer pretendía hacerte cambiar de opinión, aunque temo que todo lo que te digo ahora te reafirmará en tu posición. ¿Soy malo por ello? ¿Soy malo por quererte para mí y para los que te hacen feliz sin reproches? Soy egoísta. ¿Te ves capaz de amar a un celoso egoísta? Este monstruo que me come el estómago como tú me has comido el corazón.

Como siempre me dejo algo, lo sé. Escribir esto me ha relajado. No sé si tú lo has hecho también al leerlo. Por lo menos es un buen resumen de lo que ha pasado hoy por mi cabeza. Mañana puede que haya otro. Mereces ser feliz sólo por lo feliz que me has hecho a mí.

Fue casualidad conocerte. Fue una noche loca la que me hizo caer en tus brazos. Fue amor lo que me hizo querer estar contigo. Fue exceso de confianza lo que ahora hace que te deje. Tengo miedo a querer volver y que tú ya no estés ahí para mí. También tengo miedo a hacerte infeliz y mentirte.

Hablaremos, espero.
Un beso. Te quiero.

1 comentario:

  1. Quizás es que tu ángel es un puto cobarde de mierda que no se atreve realmente a ser valiente o tal vez que tenga tanto miedo que crea que irse lejos es lo mejor que puede hacer. Aunque lo más seguro es que no pueda sacarte de su cabeza, tal vez soñando lo egoísta que pudo haber sido y lo mucho que pudo haber amado y disfrutado, pero vamos, quien sabe.

    ResponderEliminar