miércoles, 21 de septiembre de 2011

Nota sobre la Francia rural

Me pides que te explique mi problema. Bien, mi problema radica en que no sé dónde empieza el problema. Sería más sencillo si al menos tuviera clara la idea de qué es lo que quiero o lo que me conviene. Pero todo es tan confuso ahora...

Aunque nunca lo haya reconocido, soy alguien que necesita que le escuchen y, si eso, que le entiendan. Nunca he pretendido que la gente comprenda mis pajas mentales y delirios. Me basta con darlos a conocer, con sacarlos fuera. Parece que fuera pesan menos.

Sin embargo, noto que desde hace poco eso no me tranquiliza. No tanto como antes. Es curioso, pero la manera con la que deseas o piensas en alguien depende mucho de cómo te encuentres en ese momento con el resto de las personas, con aquellos que podemos calificar, injustamente a veces, de "importantes" en nuestra vida. Por un lado estás tú y están ellos, y por otro está él, entero y aislado. Omnipresente. Él, que me descoloca.

En estos momentos me gustaría tener tres o cuatro años menos y poder cometer una locura que achacaríais a mi falta de experiencia. O tres o cuatro años más y así tener la independencia suficiente como para mandar todo al carajo. Me pregunto si en alguno de los dos casos él me seguiría.

(Y eso sin contar con las voces de mi cabecita que dicen "desconfía" y "no sabes lo que sientes". Con lo tranquila que era mi vida. Eso sí, no me arrepiento de vivirla.)

1 comentario:

  1. Siempre estaré a una llamada de teléfono, a unos minutos de tu casa, a una letra de tu teclado.. Siempre tendré tiempo para escucharte.

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