martes, 2 de octubre de 2012

Hermética

-¿Impulsiva?-pregunta mientras se arrebuja con la chaqueta. El Sol se puso hace horas, pero  el chico se niega a cerrar la ventana para que yo pueda seguir fumando. Hago honor a su sacrificio con una calada larga a mi Lucky mentolado.

-Ya ves lo que tiene que oír una. Dime tú si es impulsivo saltar de un vagón de metro mientras se cierran las puertas. Con eso y todo, se montó en aquel autobús- no puedo evitarlo; se me escapa una sonrisa recordando la noche completa: llamada, cita interrumpida, charla, locura, policía y capucha. En algún momento tengo que contarle esa historia-. Aunque mi intención no era recuperarlo. Sólo buscaba acabar bien. Nunca te creas eso de que de los errores se aprende.

-¿Por qué? ¿Has vuelto a saltar de un vagón en marcha?

-No. Pero he corrido descalza por toda una ciudad para llegar a un tren, tragarme dos horas de viaje y luego asarme de calor durante medio día esperando frente a edificios vacíos y vagando por calles desconocidas. Y eso que  sabía de antemano que no me iban a recibir.

Se inclina un poco en la silla.

-¿La misma persona?

-Otra-me río-. Pero la situación era parecida. Y no me arrepiento. Me equivoco. Rectifico. Lucho y cometo locuras. Y luego, ¿qué me queda? Historias que contar, gente a la que recuerdo con cariño y el orgullo de no haberme rendido. Eso es más de lo que muchos pueden decir, ¿no crees?
Salta el REC de la grabadora. Tal era nuestro acuerdo de grabar cada palabra que aprovecho, le hago una señal al muchacho y voy al baño mientras cambia la cinta. Cuando vuelvo ya tiene preparado su comentario:

-Así que impulsiva, persistente y obsesiva. ¿He de tener miedo?

-No, querido: básica, visceral, práctica.  

Trois Dalton

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