viernes, 3 de febrero de 2012

A las 6

Hoy me he levantado a las cuatro y media de la tarde. He comido, descansado, paseado por la playa y cenado. Me he tirado hasta las tres de la madrugada jugando a la Wii. Llevo tres horas poniéndome al día de lo que pasa por ahí.

Ahora mismo me pesan un poco los párpados. No es sueño, qué va. Es pereza, cansancio. Ganas de no hacer nada en concreto, pero tampoco de dormir. Pero soy invitado en casa ajena y debo comportarme. De estar en la mía, no me importaría quedarme hasta tarde haciendo lo que se me viniera en gana.

Así que creo que cerraré esto, apagaré la luz y me aguantaré. Seguramente piense en cien mil cosas que al final quedarán reducidas a una. La de siempre (justo ahora suena el despertador de la señora de la casa, así que me daré prisa). La que sólo yo conozco. Pero es tarde, y no quiero aburriros con historias de viejas glorias.

Un beso y descansad.

Ah, por cierto. Hoy vi a Jorge. Y él me vio a mí.

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