miércoles, 15 de julio de 2009

Cisnes negros

Vale, sé que no es muy, digamos, justo por mi parte actualizar una única vez en quince días, pero comprendedme... el verano es el verano xD.

Además, es menos justo que justo cuando actualice tenga que marcharme otra vez...

Mmm... esa última frase no suena a disculpa x)


En fin, que para que no os aburráis, aquí os dejo lo que podría ser el comienzo de mi segunda novela: Cisnes negros.

(Aunque esto esté en primera persona, el resto será en tercera)

Prólogo

Mi historia con Elisabeth viene ya de largo. Empezó el año pasado, cuando coincidimos en clase de Cultura Clásica. Ella acababa de llegar de Valencia y era nueva en el instituto, algo que no le impidió hacerse amiga de la que por entonces era la mejor de las que yo tenía, Eva. Ellas dos iban juntas a clase, mientras que yo me había visto relegado a permanecer en el aula de enfrente. Supongo que fue por eso por lo que Eva y yo empezamos a distanciarnos, y la que antes fuese mi mejor amiga pasó a detallarle sus intimidades a esa nueva desconocida apodada Liz.

Hacia final de curso Eva y yo no teníamos ni la mitad de la confianza que teníamos antes. Sí, ella me seguía contando cosas, pero no era ni de lejos lo mismo. En junio incluso llegué a enfadarme con ella; se había vuelto tan fría conmigo que cometí el error de decirle que Elisabeth era una mala influencia. Se cabreó, por supuesto, pero pronto se le pasó. No así a Elisabeth, a quien Eva había tenido la magnífica idea de contárselo todo. Liz se me plantó delante un día en el recreo para cantarme las cuarenta: que si quien era yo para hablar de ella así, que si acaso la conocía… bla, bla, bla. Yo eso me lo tomé como una ofensa personal, y tomé la decisión de no volver a hablar a Elisabeth en lo que me restaba de vida.

Dicho sea de paso, la verdad es que tampoco es que fuera una promesa muy difícil de cumplir, puesto que, según la misma Liz decía, se volvía a Valencia al curso siguiente.

Como no, esto no fue así.

Digo “como no” porque, como descubriréis, Liz es una persona que no tiene las ideas muy claras. Más de una vez le he dicho que cuando las cosas van de de una manera ella sólo quiere que vayan de la contraria, aunque se haya pasado el día anterior rezando para que las cosas fueran en esa dichosa primera dirección.

Y tras esta aclaración, a lo que iba. Elisabeth no se marchó, sino que se quedó y estudió primero de bachillerato en el “más que prestigioso” instituto Alfonso X, el Sabio, en plena capital murciana, tierra del sol y la huerta.

Me sorprendí un poco al verla por los pasillos el primer día de clase, con su melena castaña ondeando por los pasillos. Me sorprendí algo más cuando al ir a visitar a mi amiga Zade en su clase me la encontré sentada dos filas más atrás.

Casi me cago del susto cuando me la encuentro en mitad de MI clase de inglés.

Pero pronto me recuperé y dejé de darle más importancia de la que en realidad tenía. Que compartiéramos tres clases (Inglés, Filosofía y Educación Física) no era el fin del mundo… Más se perdió en Cuba, como se suele decir. Tomé la decisión de no decirle nada a menos que ella me hablara primero.


Y me habló. Mucho. Tanto que me encargó que pusiera por escrito su pequeña historia de amor con el profesor de filosofía don Rïstö Peña.

Se aceptan críticas y comentarios ;)

2 comentarios:

  1. WoW!! me gusta mucho!!!!!!! ^^ Sigue sigue! jaja ahora me he quedado queriendo saber qué más pasa! =)

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  2. Jaja.. ya se verá =P

    pd: acabo de conectarme despues de 7 dias xD

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