jueves, 6 de octubre de 2011

Alcachofa

Llevo toda la noche calentándole la cabeza a la pobre de Patricia. Y antes de eso un poco a Noelia, aunque con ella es diferente porque está pasando por una situación parecida.
Llevo toda la noche buscando una dichosa canción que poner en twitter y que refleje qué demonios es lo que siento en estos momentos.

Nada. Nada se ajusta. Nada.

No sé si quiero hablar contigo, si me apetece verte, consolarte o llevarte a la cama. No sé si quiero que me olvides o que me rebote el corazón cada vez que me mencionas. Un botón y algo de fuerza de voluntad: problema resuelto. Pero no quiero desaparecer de tu vida, igual que no quiero (¿quiero?) que desaparezcas de la mía. Ya casi me había hecho a la idea de tenerte como amigo y ahora vienes tú y dices que no puedes olvidarme y que si eso te hace egoísta... ¿Qué parte de la historia me he perdido? ¿Soy acaso un comodín para aliviar un problema mayor? ¿Me lo explicas?

Hace dos meses que siento que fallo a la gente que quiero, que no puedo servirles como antes. Les apoyo, estoy ahí si me necesitan, pero me siento incapaz de implicarme como antes lo hacía por culpa de este torbellino emocional que me impide centrarme en ellos por completo.
Quererte me hacía grande. Me hacía sentir bueno, alegre, optimista. Forzarme a dejar de hacerlo hizo mi vida gris un tiempo y ahora que el color empezaba a volver vas y reapareces de esa forma.

Te repito que me gustaría que siguieras formando parte de mi vida, aunque a otro nivel. En el fondo aún guardo la esperanza de que "me des lo que quiero." Supongo que eso nunca lo perderé. Sólo te pido lo mismo de siempre: desátame o átame más fuerte. No dejes un lazo flojo y que sea yo el que haga el esfuerzo de escapar. No me utilices igual que yo no te quise utilizar a ti.

Si de veras necesitas hablar o verme o que te mande al demonio yo estoy libre, aunque aquí la señorita no-pongas-los-pies-en-el-sofá piense que me engaño a mí mismo, que me contradigo y que no digo claro lo que quiero. Que no hablaremos precisamente. Pero yo creo que sí, ¿no? Dijiste que no tenías nada que añadir... sinceramente querido, parece lo contrario (Pam bufa. No le gusta como suena "querido", le parece una palabra cursi (ahora se siente como una censora...)...).

No sé si le estoy dando demasiada importancia a algo que no la tiene. Demasiadas vueltas a la cabeza. Sólo sé que empezaba a remontar y ahora parece que el camino se ha cortado. Sé que el día que dejes de... ¿hablar de mí? me dolerá, pero quizá será ese día el que yo vaya y te pregunte qué tal estás. Sé que sufro cuando creo que estás mal y no estoy ahí para ayudar, aunque sea a mi manera. Sé que mis ganas de verte son infinitas, aunque el no hacerlo hace todo más fácil.
Como siempre, acabo diciéndote que te quiero, que te echo de menos pero que más me quiero a mí y más extraño al Juanfra de antes.

(Momento egoísta: dicen que si no arriesgas no ganas. Yo arriesgué, disfruté del juego y perdí. Seguramente vuelva a arriesgar otra vez con alguien diferente. Tu arriesgaste y también perdiste. No has querido arriesgar de nuevo. En tu mano queda.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario