“-Pero, ¿por qué deja alguien de querer a otro alguien?
-Querido, nuestras
personalidades eran muy diferentes. Yo lo quería todo ya. Él necesitaba tiempo
y espacio. Incluso cuando me di cuenta de ello me costó cambiarlo. Creo que de haber vivido los dos en la misma ciudad hubiera sido una preciosa relación de "ni contigo ni sin ti".
-¿Qué fue lo que más
daño le hizo a vuestra relación?
-Todo el dolor que le causamos
yo y los que vinieron antes de mí, toda su desconfianza y falta de autoestima…
Mi puta bocaza. Sin embargo, y estoy segura de ello, nadie le ha tocado ni le
tocará como le tocaba yo. Es muy hermoso; eso es algo que si no sabe debería
empezar a aceptar.
-Como tú deberías hacer también.”
Trois Dalton
Qué bonito sería empezar con una dicotomía. Probemos. Existen
dos tipos de personas en el mundo, las que saben lo que quieren y las que no. Yo…
bueno, yo me balanceo entre los dos grupos. Así que me parece que dicotomía
poca.
No voy a mentir, esta entrada va dedicada a la persona que
ha llenado mis pensamientos durante… ¿casi cuatro meses? Dos fueron jodidamente
maravillosos y los otros dos han resultado ser un auténtico infierno. ¿Por qué?
Sinceramente, no lo sé. Vaya, tengo un par de ideas, pero, sinceramente, no
creo que sean motivo suficiente. Al menos para mí. Claro que cada persona es un
mundo. En el caso que nos ocupa, dos mundos demasiado cuarteados como para
poder formar algo estable. Qué feo eso de asumir que dos personas que encajan tan bien fallan en el mismo punto.
Un servidor se considera lo suficientemente extraño como
para resultar difícil así de primeras. Un problema esencial entre nosotros, me
parece a mí, es la falta de una amistad previa, de un mínimo de conocimiento
sobre la otra persona. Sin embargo lo
intentamos. ¡Oh, ya lo creo que lo intentamos! ¿Rollo? Nah, no creo que
fuésemos sólo eso. Quién sabe lo que signifiqué (y lo que significo) yo para
él. Bueno, ese es un tema del que no puedo hablar mucho. Falta de datos.
Dios sabe el entusiasmo que le puse. Dios sabe el miedo que
tenía a que todo acabara como ha terminado. Desde luego, parte de la culpa es
mía pero, como suele suceder en estos casos, la otra persona no puede rechazar
la suya y tirártela a la cara como si nada. Reconozco mi egoísmo en el pasado,
mi cáscara de protección, de “no quiero pillarme demasiado”, lo que me llevó
por error a que renunciara a todo a la mínima ocasión. Reconozco el daño que
eso hace, el miedo a que te lo vuelvan a hacer. Si me conociera.
Ains, el egocentrismo del ser humano. Qué oportunos Are y yo
el otro día: Como yo te amo nadie te
amará. ¿Por qué no puedo evitar pensar que encajamos demasiado bien?
Aprender. Siempre lo he dicho: necesito a alguien de quien pueda aprender algo.
En su caso, aprendí a querer de una forma que desconocía. Dice que “fue bonito”.
Para mí fue un poco más que eso, la verdad.
¿Os cuento la verdad? ¿Os cuento por qué tanta insistencia?
Sencillamente, lo que no quiero es que acabe con un mal recuerdo. No quiero que
acabe, en general, pero puestos a asumir la situación prefiero que se quede con
el Juanfra que iba a pasar la tarde a su piso y acabó durmiendo con él hasta
las dos del mediodía. El que se quedo embobado mirándolo después de su primera
(¿o fue segunda?) vez juntos preguntándose qué demonios tenía ese chico. Ese es
el Juanfra de verdad, creo yo, el que fantasea con fugas a Nueva Zelanda. El de
diario, una mordaza para no ir vomitando arcoíris. Ahora temo que lo haya
olvidado. No tengo miedo a que conozca a otro alguien, tengo miedo a que no
recuerde quién fui yo.
Por eso digo que nos faltaba la base de amistad. Le faltaba
saber cómo soy yo en realidad, al igual que a mí me falta conocerle a él. Quién sabe si le he
idealizado demasiado. Me pasa a veces. La verdad, su actitud este último mes me
ha decepcionado un poco. Quiero decir, igual que Noelia tenía razón sobre lo de
no presionar me da a mí que Mariana también. ¿Por qué esta actitud de
prepotencia? ¿Por qué me acusa de falta de empatía cuando él no es que dé
muchas muestras de tenerla? ¿Por qué cuando le dije de vernos y me propuso que antes mejor volver a hablar no dijo que no estaba
preparado? Sí, recuerdo lo de “hasta que sepa que no sientes nada por mí…”
Ains, entonces creo que no nos volveremos a ver. Sé que no quiere volver conmigo, pero sería capaz de soportar verlo
con otros con tal de estar ahí para él. Me considero un buen amigo, aunque sé
que de esos por fortuna a él no le faltan.
¿Qué ha sido lo que nos ha hecho llegar a esta situación? Sin
paños calientes, digo yo que su autoestima, mi impulsividad, sus experiencias
pasadas, mi propio comportamiento… La forma de ser de los dos en general fue lo
que lo estropeó todo. Yo demasiado frenético y él, creo, frágil. O temeroso. A
mí pueden herirme que puedo curarme si entiendo el porqué de la herida, pero no
todo el mundo es igual. Si no la no-dicotomía del principio no tendría sentido.
Tampoco supe ofrecerle todo lo que necesita, aunque eso ya lo sabía. Todo
desencadenado por el hecho de estudiar fuera. Es curioso, porque a la otra
única persona por la que he sentido algo parecido la conocí precisamente por
estudiar aquí.
Hay una frase que me han repetido mucho desde que lo dejamos
“no pienses más en él, te mereces a alguien mejor”. Digo yo que sus amigos le
dirían lo mismo a él. Ahora, ¿es verdad? Bueno, las pruebas dicen que él me
importa a mí, actualmente, bastante más de lo que yo le importo a él. O eso me
parece. ¿Significa eso que ambos nos
merezcamos “algo mejor”? Ey, que hasta yo a veces me equivoco y puede que no seamos
tan “el uno para el otro” como pienso.
Supongo que cuando ciertas personas (cuatro nombres se me
vienen ahora a la cabeza) lean esto querrán hablar conmigo. ¿Qué más queréis
que os diga? This is all. Hay gente a la que le cuesta olvidar. A mí me cuesta
horrores. Pero como le dije a Marta y a
mi Mujer a principios de septiembre, no haría nada de esto sino creyera que
mereciera la pena. ¿Qué me estoy arrastrando? Sí, tal vez. Pero hay gente con
una cáscara muy dura de autoconvencimiento. Gente que se cierra en sus ideas y
a la que sólo se llega por machaconería. Y a mí a machacón no me gana nadie.
Ante todo, no quiero que esto se interprete como otra “falta
de espacio por mi parte”. Podría enviarle todo esto al mail y no lo hago.
Simplemente es una… ¿declaración de pensamientos? No niego que me gustaría que
lo leyera. Quizá se replantee cosas, deje de dar otras por sentado y, Dios lo
quiera, me explique qué pasa por su cabeza, como antes hacía. Quizá ya no soy
digno de ese honor. ¿Por qué no quiere ser mi amigo? ¿Por mí o por él? De
delirios vive el hombre. Además, digo yo que si nada cambia algún día dejaré de pensar en él.
En fin… Si pudiera, todo esto sustituiría a ese último
mensaje.
“Claro como el agua.
No es que no sepa dar un margen de tiempo. Es que no quiero perder a una
persona como tú. ¿Ya lo he hecho por ser tan impulsivo, tan pesado? Pues me
jodo, ¿no?
Siempre te recordaré
con cariño.
Capítulo cerrado, eso
es lo que quieres. Pero no podrás evitar que me preocupe por la persona a la
que más he querido en mi puta vida sin tener ni jodida idea de porqué. Puedo
asegurarte que nunca me había sentido así por nadie. Dos meses y te quiero
hasta morir. Pero no encajamos. No soy lo que buscas. Tristemente, eso pasa
mucho.
Por favor, sé feliz.
Por favor, no dejes que te vuelva a molestar.”