Y ayer, después de tanto tiempo, volviste a mí. Fue curioso, ¿casualidad? Ya no creo en ella. Me paré y nos sentamos. Hablamos. Y luego me marché, llevándome conmigo una pelota.
No nos volveremos a ver, pero tú te has quedado mi voz.
El corazón lo guardo a buen recaudo.
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